
Quito, La Haya 07 de julio de 2022
Hace más de 25 días, Ecuador atravesó por una crítica situación social y política que causó gran preocupación a varios organismos locales e internacionales que trabajan en la defensa de los derechos humanos.
El 13 de junio de 2022, varias organizaciones sociales e indígenas iniciaron un paro nacional indefinido para protestar contra el gobierno del presidente Guillermo Lasso. En el contexto de una profunda crisis económica y social, donde un alto porcentaje de la población vive en la pobreza o pobreza extrema, la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) y otras organizaciones sociales, exigen al Ejecutivo reformas sociales y económicas urgentes tras la subida de los precios de los combustibles y la ampliación de la frontera minera y petrolera. Durante las semanas del paro, varios colectivos, entre ellos, estudiantes universitarios, asociaciones de trabajadores, campesinos, profesionales de salud, transportistas, se sumaron para reivindicar derechos económicos y sociales.
Las protestas se extendieron por varias provincias del Ecuador, tornándose en ciertos casos violentas por el uso excesivo y desproporcionado de la fuerza por parte de la policía y agentes militares. Según varios medios de comunicación y organismos de derechos humanos, las jornadas de manifestaciones dejaron al menos 6 muertos y un centenar más de heridos. En medio de las movilizaciones, el gobierno del presidente Lasso decretó el estado de excepción en varias provincias - mediante el Decreto 455 de 17 de junio de 2022, Decreto 459 de 20 de junio y Decreto 463 del 29 de junio,con el fin de “recuperar el orden público, controlar situaciones de violencia, proteger áreas reservadas, asegurar la provisión de medicamentos, gases medicinales, oxígeno para hospitales y clínicas, combustibles y alimentos, y la integridad de la ciudadanía.”
No obstante, la represión durante las protestas sociales generó una crisis de derechos humanos que causó preocupación a organismos de derechos humanos por las detenciones arbitrarias, criminalización de manifestantes, hostigamientos y persecución a periodistas, legisladores de la oposición y defensores de derechos humanos, agresión a predios universitarios y a la Casa de la Cultura, entre otras. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos y su Relatoría Especial para la Libertad de Expresión (RELE), han manifestado su preocupación y profirieron un llamado urgente a la negociación y al diálogo entre las partes. Así mismo, Naciones Unidas instó al gobierno a proteger las garantías constitucionales y legales para el ejercicio de la protesta social y reglas del debido proceso de todas las personas detenidas.
Ante esta grave crisis, la miembro del Comité Ejecutivo de Parlamentarios para la Acción Global (PGA), la Asambleísta Esther Cuesta Santana (Ecuador), compartió su preocupación con varios miembros de la organización y destacó que: